El gran papel de los árbitros en las democraciasTeófilo Quico Tabar

El gran papel de los árbitros en las democracias

Teófilo Quico Tabar

Uno de los problemas que en ocasiones han enfrentado muchas democracias, ha consistido en no contar con buenos árbitros. Papeles que deben corresponder a quienes mayores responsabilidades tienen frente a los demás. Con suficiente autoridad y calidad para constituirse en entes reguladores o moderadores. Que aún siendo de una parcela o teniendo control de asuntos de Estado, tengan la vocación de colocarse en posición de equidistancia. Incluso frente a sus propios partidarios. Entendiendo que los partidos solo representan una parte de la población, mientras los gobiernos se deben a todos los ciudadanos. Con partidos o sin ellos.

Para garantizar el éxito de las democracias, hay que evitar los conflictos y los tranques políticos. Sobre todo evitando que se produzcan signos de crisis. Haciendo esfuerzos para que no se agudicen las contradicciones, como pretenderán algunos contrarios, entendiéndolo como parte del rejuego político.

En esa línea de pensamiento y comprendiendo que el mundo atraviesa por uno de sus peores momentos de las últimas décadas, además de pandemias por conflictos bélicos, siempre será aconsejable que los gobiernos, al tiempo de mantener sus líneas de acción procurando mantener el equilibrio necesario y combatir los efectos exógenos, mantengan sus mentes frías y serenas, para ejercer las funciones de árbitros que cada caso lo amerite.

Muchas veces los papeles de árbitros se ponen en peligro, cuando se rompen las equidistancias. Porque cuando se está en el poder y se ejercen funciones, más necesitan esas democracias, de que los que las encabezan puedan ser, al mismo tiempo actores políticos y entes de equilibrio.

Probablemente esas situaciones representen uno de los grandes escollos para muchas democracias latinoamericanas. Cuando éstas no han sido capaces de desarrollarse dentro de los sistemas que ellas mismas han creado, y en base a los mecanismos que ellas mismas han escogido. En algunos casos, por el hecho de que no les conviene a los intereses de unos pocos, o pretendiendo utilizar métodos no democráticos, rompiendo los necesarios equilibrios.

Por esas razones, los árbitros tienen tanta importancia en el desarrollo de cualquier actividad deportiva como el juego mismo. Y es tal el grado de desconfianza o de fanatismo, que en la mayoría de torneos se contratan árbitros de fuera, por considerarlos imparciales. Aunque en la realidad se hayan equivocado o inclinado. Pero aún así, los árbitros siempre formarán parte importante del juego. Por eso está consignado en los reglamentos y tienen bien definidas sus funciones.

Por eso, según los tratadistas especializados, las funciones de los árbitros se parecen mucho a las de los gobernantes. Quienes en todo momento deben buscar el equilibrio y procurar que las partes acepten sus dictámenes sin grandes perjuicios para los diferentes sectores nacionales. Atentos a los movimientos de los que están dentro como fuera. A la ofensiva como a la defensiva. Con los reglamentos siempre en las manos, dispuestos a aplicarlos con decisión y equidad. Con el tacto necesario para que las partes acepten las decisiones, pero prestos a aplicar lo que digan los libritos sin tomar en cuenta los colores de los uniformes. Ojalá que así actúen los que se creen con suficiente influencia. Económicas y políticas.

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