VITICO: AMANTE DEL ARTE Y PASIÓN POR EL CARNAVAL Por Dagoberto Tejeda Ortiz.

VITICO: AMANTE DEL ARTE Y PASIÓN POR EL CARNAVAL    Por Dagoberto Tejeda Ortiz
Las necesidades espirituales y materiales de los seres humanos son la esencia de la creatividad, el resultado de las superaciones en función de la fe y de los sueños. La magia de la fantasía es un privilegio de los alucinados, los que suspiran entre los amaneceres y las galaxias. Cada obstáculo es un desafío, que aturde, pero no mata. Y aunque la noche no tenga luceros, siempre el amanecer es una tentación para amar a la vida y decirle buen día a la esperanza.

Para triunfar, convertirse en icono, ser referencia positiva, ejemplo-símbolo, necesariamente no hay que ir a buscarlo a las academias, la vida es la mejor universidad. La sensibilidad no se consigue en los libros ni la pasión la venden en los súper mercados o en las “farmacias” de las que hay de todo. Eso es esencia del pueblo, de manos llenas de callos y sonrisa que se perfuma con café.

La humildad es la base de la autenticidad, porque permite el dialogo y posibilita escuchar para aprender, caminar para crecer, esencia para ser. A Víctor Manuel Erarte, en el sector de Plaza Valerio, enclavado realmente en un barrio popular de Santiago, al igual que en La Joya y los Pepinos, por su manera de ser, la gente prefería llamarlo simplemente “Vitico”. Como todos los niños pobres jugaba bolas, tapitas, al escondido y al topao.

Compartía con tres hermanos, mientras su padre fue llamado por el Señor cuando tenía apenas cuatro años. Su madre como amante de la vida, se resignaba multiplicando flores. El patio era un jardín y Vitico, con la sensibilidad de un amante se enamoró de los colores, de las formas y del perfume de las flores. Y hasta conversaba con ellas. Después de ponerse pantalones largos se hizo experto, en artista de las flores.

Y en la época de mayor catarsis del año, cuando el pueblo era el protagonista de un espacio de libertad, abría la ventana de su casa, frente al parque Valerio y ahí estaba el carnaval con sus personajes mágicos y fascinantes. Salía de la casa transformado por sus trajes y enloquecía con la magia del carnaval. Él era otro, era su personaje y su creación.

Don Chito, era el escenógrafo del Gurabito Country Club y Vitico, que era su amigo, a pesar de la edad, se integró a esta actividad como su asistente. Aprendió no solamente escenografía sino a bailar, a soñar, a caminar por el arte en la estética de la sublimizacion. ¡Vitico no dormía, soñaba!

Con curiosidad, caminado por una calle de Santiago, encontró una escuela de belleza. Entró, se quedó y allí aprendió la magia de hacer milagros. Vitico era un mago. De pronto Santiago le pareció pequeño, le cabía en el corazón, y decidió trasladarse a la ciudad de Santo Domingo con la grandeza de la aventura y la dimensión de la esperanza. ¡El éxito lo provocaba!

Llegó y a los tres días, por las recomendaciones y su prestigio, comenzó a trabajar en una peluquería frecuentada por Luchy Vicioso, Rafaelito Marrero, Rhina Ramírez, Elenita Santos, Cecilia García, Niní Caffaro, Tati Salas, Jacqueline Estévez, Hilda Saldaña, Zoila Luna, Sonia Alfonso, Jatnna Tavarez y Tania Báez, entre otros ídolos del arte popular de ese momento.

Cecilia García, lo agarró de la mano y lo llevó como maquillista al programa de televisión “Fiesta” de Tele Antillas. Allí, se redimensionó a nivel internación maquillando a Julio Iglesias, Mirla Castellanos, Rocío Jurado, Lissette Álvarez, Lola Flores y Rocío Ducal, entre otras y otros artistas.

Vitico se convirtió en una leyenda, a tal punto, que maquilló al inmenso de Frank Sinatra cuando vino al país para la inauguración del anfiteatro de Altos de Chavón.

Y Vitico creció en base a su creatividad artística. Se convirtió en productor de espectáculos, decorador de actividades sociales y culturales, mago de arreglos florales, bailador, escenógrafo, decorador, maquillista y hasta actor de teatro. ¡Era el artista más completo del país!

Cuando el inmenso de Juan Bosch asumió la Presidencia de la República en la primera experiencia democrática después de la dictadura trujillista, fue el ideólogo de enviar a formar jóvenes en carreras no tradicionales al exterior para impulsar realmente el desarrollo del país. Entre ellos, a nivel de comunicadores sociales, a Franklin Villalona, Lavandero y Freddy Beras Goico, quienes fueron a actualizarse en la televisión brasileña en Río de Janeiro.

Allí, el carnaval de Río se volvió una obsesión para Freddy, sobre todo en sus dimensiones de fantasía. Cuando regresó al país, me consta, el carnaval dominicano era prioritario para él en la definición de nuestra identidad. Se encontró con Vitico en las proximidades de febrero y de ahí nació “La Gala de Carnaval” hace 30 años, la cual redimensionó otra faceta del carnaval dominicano, sin que perdiera su contenido tradicional y su identidad.

Fui jurado en diversas ocasiones de la gala de carnaval, destacándose las comparsas de Santo Domingo, Santiago, Puerto Plata, San Cristóbal, San Francisco de Macorís, Mao y Puerto Plata. Entre otras, todavía se recuerdan las comparsa del artista Luís Rivas, sobre África, los Taínos, representando a San Cristóbal y la de los egipcios, de Puerto Plata.

Estas galas se prestigiaban con jurados como Fidel López, Leonel Lirio, Guillermo Cordero, Chiqui Hadad, Mauricio García, Milagros Ortiz Bosch, Josefina Miniño y Yaqui Núñez del Risco. La gala se fue redimensionando y revalorizando con la invitación de Vitico a comparsas populares.

Vitico era un apasionado del carnaval, lo vivía y lo gozaba. Siempre su comparsa estuvo presente en el Desfile Nacional de Carnaval y en el desfile del carnaval de Santiago de los Caballero, al que siempre estuvo integrado, además, a su organización.

Después que la ciudad de Santo Domingo era ya pequeña para él, decidió regresar al Santiago de sus amores, para reunirse, ante todo, con Raudy Torres y con cincuenta jóvenes carnavaleros de los barrios populares que participaron con él en el festival mundial de turismo en Alemania. La Alcaldía aprovechó para homenajearlo con un mural en el Parque Valerio, frente a donde nació. Vitico se ausentó y como dijo Marcio Peña, fue ante todo, un “Creador de ilusiones y un hacedor de imágenes”, el cual vive en el corazón de su pueblo. ¡Vitico vive, murió para nacer!















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