Bienvenido Brito viajó en primera clase como era de esperar.Teófilo Quico Tabar


Bienvenido Brito viajó en primera clase como era de esperar.
Teófilo Quico Tabar

Sobre Bienvenido Brito, a quien me he referido en muchísimos artículos y con quien mantuve una gran amistad desde el año 1961, no tengo que decir nada que la mayoría de los que lo conocieron no sepan, incluso más que yo. De su vida, conducta, capacidad y entrega total a los principios del cristianismo.

Por eso, se constituyó en un símbolo de admiración, mucho más allá del catolicismo. Por eso expresó Rafael Acevedo el día de su sepelio, que tuvo el privilegio de viajar en primera clase hacia la morada donde lo esperaba Jesús.

Siempre he recomendado a quienes conozco, que cuando perdemos un ser querido, debemos recordarlo con pensamientos positivos y en momentos alegres. En aquellos que de alguna manera marcaron su existencia y nos hicieron atravesar por situaciones que nunca olvidaremos. Sobre eso precisamente quiero compartir con ustedes el carácter de Bienvenido Brito, Bienvo como muchos le decíamos.

Resulta que siendo estudiantes, él finalizando y yo comenzando, en medio de una reunión entre grupos con diferentes formas de pensamiento, en el que se planteaban diversas posiciones, hice algo que provocó que me hiciera un regaño que me sirvió para siempre de molde.

Tanto él, como Fernando Mangual y otros compañeros, pertenecíamos al mismo grupo y al mismo pensamiento ideológico. Eran dirigentes con dos o tres años más de edad, y con mayor experiencia y conocimiento. En esas circunstancias se produjo una reunión o asamblea en la cual Bienvenido hizo una propuesta delante de otros dirigentes de diferentes organizaciones e ideologías, pero yo expresé un punto de vista diferente al de él.

De inmediato Bienvenido me agarró por un brazo, me llevó a un lugar apartado y me dijo: “oye bien lo que te voy a decir, tú estás comenzando, y que sea esta la última vez que delante de personas con pensamientos o pertenecientes a agrupaciones diferentes me lleves la contraria, más si estoy dirigiendo. O te cayas o me apoyas. Que yo siempre haré lo mismo contigo. Eso que has hecho puedes hacerlo entre nosotros, pero no delante de los que nos adversan”.

A lo largo de estos años, que con frecuencia nos encontramos con amigos generacionales, hago referencia de ese boche que me dio el querido amigo y hermano Bienvenido Brito, que me ha servido de experiencia inolvidable. Eso lo recordarán muy bien los también amigos y hermanos Bernardo Defilló, José González Cano, Juan Bolívar Díaz, Fernando Mangual, Fernando Batlle Pérez, José Joaquín Puello, Romeo Llinás y Joaquín Cuesta.

En este último tramo Bienvenido Brito nos privilegió como miembro honorífico del Consejo Consultivo de la Lotería Nacional junto al arzobispo Francisco Ozoria, monseñor Jesús Castro, Federico Lalane, Juan Batlle, Frank Valdez Mena, Bernardo Vega, Manuel Mora Serrano, Efraín Castillo, Rafael Acevedo y nuestro asesor Francisco Álvarez, constituyendo un privilegio para la institución y para la nación.

Bienvenido fue un ser especial en todos los aspectos. Sincero y solidario. Discutíamos, pero siempre hacia los mismos objetivos. Formó parte de un grupo selecto de funcionarios y profesionales que deben servir de ejemplo a todas las generaciones.


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